Las deficiencias se mantienen en la enseñanza de cursos fundamentales como Matemática y Lenguaje, según indica el diagnóstico anual del Ministerio de Educación.
Cada día la población guatemalteca sale de sus casas e invariablemente por su camino se cruzan los números y las letras; unos determinan el manejo de sus finanzas, las otras le ofrecen información.
Por: Héctor Salvatierra*
hsalvatierra2000@yahoo.com
Sin duda, el mundo se rige por las operaciones numéricas: sueldos y salarios, compra-venta, por ejemplo, y por el conocimiento adquirido, mayoritariamente, a través de la lectura y la escritura.
En ese contexto la educación formal es un factor clave, ya que en sus diferentes niveles y apoyada en herramientas didácticas y pedagógicas se encarga de preparar a las personas.
Matemática y Lenguaje son los vehículos que el sistema educativo ha diseñado para que la niñez y la juventud se encarrilen por la senda formativa, pero el trayecto no es expedito.
Y es que año tras año el Ministerio de Educación viene reportando que algo anda mal, muy mal, pues quienes terminan el diversificado e ingresan en la universidad lo hacen reprobando las clases mencionadas.
De acuerdo con la Dirección General de Evaluación e Investigación Educativa, en 2017 fueron examinados 149 mil estudiantes de 3 mil 879 planteles, entre públicos y privados.
Para 2018 las cifras se elevaron a 158,161 alumnos y 4,083 establecimientos. En ambos años, y en los previos, la tendencia ha sido que en Matemática gana uno/a de cada diez y en Lectura, la tercera parte.
Tal reprobación, supongo, ha encendido las alarmas en la cartera y en los colegios e institutos, dado que las dos disciplinas son esenciales para quienes saltan a las aulas de enseñanza superior en ruta hacia entrar en el mundo de la productividad.
Al respecto, el exitoso empresario Luis Von Ahn en declaraciones a Prensa Libre expuso que alguien con buen entendimiento de la matemática piensa con mejor y más claridad en cualquier área.
Obviamente, los datos patentizan el fracaso del sistema y puede atribuirse a diversas variables, como el incumplimiento del año escolar, limitaciones en las y los docentes e irresponsabilidad del alumnado.
Junto a esas no debemos dejar de lado costumbres como ausencia de guía o acompañamiento en los hogares y, la más reciente, la distorsión de perder el tiempo con el entretenimiento en lo móviles.
¿Qué se hace y qué debe hacerse para mejorar las condiciones? son preguntas cuya responsabilidad de atender está en las autoridades del ramo y en el profesorado, pues son parte de la reprobación. Asimismo, es preciso reflexionar por qué ambas materias son esquivas para la mayoría.
Vale apuntar que la Matemática debería verse con ojos amigables y la Gramática debería enseñarse de una manera “descomplicada”, a propósito de un libro del periodista español, Alex Grijelmo.
Urge entonces que en la casa familiar, en el despacho ministerial y en la cátedra del salón se impulsen las correcciones porque fallar en Matemática y en Lectura inciden negativamente al detener nuestro desarrollo como sociedad y como país.
*Docente universitario, periodista y consultor en comunicación estratégica